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Adolescente cortando el césped | Foto: Shutterstock
Adolescente cortando el césped | Foto: Shutterstock

Niño corta césped a cambio de dinero para ayudar al conserje de su escuela a pagar la hipoteca y jubilarse - Historia del día

Mayra Pérez
27 dic 2022
19:30

Un adolescente rebelde causó problemas que afectaron al conserje de la escuela y se sintió culpable. Se enteró de sus problemas y decidió hacer algo por él. Lo ocurrido le enseñó una valiosa lección.

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"¡Qué desastre!", exclamó Héctor cuando vio el suelo. Él y su amigo iban a jugarle una broma a otro estudiante pintando su casillero. Sin embargo, se le había caído la lata de pintura en la cancha de baloncesto, lo que sin duda todos verían.

"¡Vamos, Héctor! ¡Vamos!", gritó su amigo Andrés, y ambos huyeron, dejando todo así.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

No eran malos chicos, pero sin duda eran traviesos y rebeldes, faltaban a clases y hacían bromas a los demás, sin ninguna malicia. Héctor simplemente odiaba la escuela y como muchos adolescentes, se rebelaba.

Afortunadamente, nadie descubrió lo que habían hecho. Héctor pasó por la cancha de baloncesto más tarde y vio al conserje de la escuela limpiando el derrame de pintura y escuchó los gritos del director.

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"¡Tenemos la reunión mañana temprano, y vendrán exploradores de todo el país! ¡Esto debe limpiarse de inmediato!", le gritó el director al pobre anciano, quien agachó la cabeza y siguió removiendo la pintura. Sin embargo, era a base de aceite y la tarea era ardua.

"Sí, señor Farías. Me aseguraré de que esté listo para mañana", dijo el conserje y siguió fregando. El director gritó algunas demandas adicionales y se alejó enfadado.

Héctor se sintió terrible al ver al anciano de rodillas tratando de corregir su error, por lo que hizo algo completamente inusual. Entró en la cancha, agarró un trapo, se arrodilló y comenzó a limpiar con el conserje.

El anciano lo miró por un segundo. "Supongo que hiciste esto, ¿verdad?", comentó y siguió fregando.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"Lo siento mucho, señor. Fue un error. No sabía que lo metería en problemas", se disculpó Héctor con sinceridad y siguió moviendo el trapo de arriba abajo. "Por favor, no le diga al director. Mi mamá me mataría".

El anciano suspiró y se encogió de hombros. "No se lo diré a nadie, pero si me ayudas, lograremos que salga la mancha", propuso, y Héctor asintió rápidamente.

Mientras trabajaban, comenzaron a conversar. El nombre del conserje era Freddy. Al principio, su conversación fue sobre baloncesto y fútbol, ya que la escuela tenía algunos de los mejores equipos del estado.

En un momento dado, Héctor le preguntó al anciano por qué seguía trabajando a su edad. Por las arrugas en su rostro y sus frágiles brazos, tenía que tener más de 70 años.

"Bueno, necesito pagar una hipoteca, chico", respondió Freddy con los labios fruncidos. "Tengo 76".

"¿Todavía no ha pagado su hipoteca? Eso significa que nunca podré soñar con tener una casa propia", comentó Héctor.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"Bueno, las cosas se me complicaron últimamente. En realidad, nunca quise tener una casa propia; prefería vivir alquilando. Compré esa casa para mi hija. Necesitaba su propio lugar y quería ayudarla", reveló el anciano, limpiándose el sudor de la frente.

"Hice un pago inicial y la ayudé con la hipoteca durante años. Pero ella murió en un accidente automovilístico por mi culpa".

"Oh, lo siento mucho", murmuró Héctor, y se quedaron en silencio por un rato. "¿Por qué no vende la casa?".

"¿Dónde viviría? A mi edad, nadie querría alquilarme nada. Así que tengo que seguir trabajando para pagar la hipoteca y la comida", dijo el conserje. No estaba triste. Simplemente, era realista.

"¡Pero quizás nunca te retires!", agregó el adolescente.

"Eso es cierto. Solo espero poder pagar la casa antes de mi muerte", continuó.

"¿Cuánto debes por la casa?", preguntó Héctor, con curiosidad.

"Bueno, creo que es un poco menos de $30.000".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"Eso es mucho dinero", comentó el adolescente, mientras abría los ojos como platos. "Lo siento. Eso fue grosero".

Freddy se rio. "Vamos a trabajar, chico".

Finalmente, quitaron todos los restos de pintura, y se fueron a casa tarde esa noche. Héctor no pudo dormir. Quería hacer algo bueno por el anciano.

Unos días después, le confesó lo que le había hecho a su madre y le habló de la situación del conserje; luego, le preguntó cómo podrían recaudar dinero para ayudarlo. Tal vez, si pagaran su hipoteca, Freddy podría jubilarse.

Su madre dijo que podía cortar el césped en el vecindario. Era temporada de siega y muchos buscaban ayuda. Decidió hacerlo y consiguió un montón de clientes. Agarró la cortadora de césped de su padre y trabajó duro.

Después de unos días, se dio cuenta de que la tarea era casi imposible. Tendría que trabajar durante años para recaudar esa cantidad de dinero, así que habló con algunos adultos, quienes le sugirieron solicitar ayuda en las redes sociales.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Tomó una foto de Freddy del sitio web de la escuela y la publicó en línea, contando su historia, y abrió un enlace de financiación colectiva para el conserje. Para su sorpresa, el dinero comenzó a llegar y se recaudaron $30.000 en pocas semanas.

Después de eso, Héctor y su madre hablaron con el director sobre hacer una ceremonia especial para honrar a Freddy. Aprovechó para confesarle sobre la pintura en la cancha de baloncesto. El señor Farías se mostró comprensivo, y estuvo de acuerdo con el homenaje.

Alumnos, docentes y representantes se reunieron en la cancha de baloncesto y vitorearon cuando entró Freddy. El viejo conserje no tenía idea de lo que estaba pasando. Héctor le entregó el dinero y la multitud lloró cuando los dos se abrazaron.

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Freddy se retiró oficialmente esa semana. Héctor se enteró de que tenía una nieta, Erica, apenas unos años menor que él, y el anciano quería dejarle la casa cuando él no estuviera.

Erica y Héctor se hicieron grandes amigos cuando comenzó a visitar al anciano después de la escuela para ayudarlo. A partir de ese momento, tomó sus clases en serio. Toda la experiencia le había enseñado que había que trabajar duro para todo.

Se graduó como el mejor de su clase unos años más tarde, para sorpresa de los docentes. Y todo gracias a una tarde de esfuerzo al lado de un hombre que supo conectarse con él en forma positiva.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

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  • Reconoce tus errores, discúlpate y, si es posible, enmiéndalos: Héctor metió en problemas al viejo conserje; al darse cuenta se disculpó y trató de mejorar la situación.
  • A veces, los adolescentes necesitan una dosis de realismo para cambiar su visión de la vida: Después de conocer a Freddy, Héctor cambió su perspectiva de vida. Eso lo llevó a tomar en serio sus estudios y prepararse con responsabilidad para su futuro.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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