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Hombre despierta desfigurado y sólo recuerda fragmentos de anoche. Entonces ve nota de su mujer

Diego Rivera Diaz
23 mar 2018
17:56

El alcohol es una sustancia que requiere precaución. El exceso fomenta conductas que solemos lamentar. O peor aún, olvidar nuestros aciertos.

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Según reporta Newsner, no todas las historias deben ser igual de serias. A veces, necesitamos un poco de humor en nuestras vidas. Y por eso te traemos el día de hoy esta divertida e hilarante anécdota (que si bien es ficticia, seguramente habrá ocurrido en más de un hogar).

Enrique, un hombre felizmente casado, se despertó un día con una brutal resaca tras una larga noche bebiendo de bar en bar con un grupo de amigos. No tenía idea ni de cómo logró llegar a casa.

Confundido y sin lograr poner sus recuerdos en orden, Enrique se preocupó de repente. "¡Mi*rda! ¿Qué habré hecho anoche?", se preguntó, luchando para lograr separar sus párpados, que sentía pesaban una tonelada cada uno. Luego de un vaso de agua, dos aspirinas y 20 minutos más de sueño, Enrique se incorporó.

Al sentarse en la cama, notó su ropa doblada y arreglada pulcramente en la silla más cercana. Le extrañó, puesto que ni siquiera sobrio acostumbra cuidar de su ropa tanto. No le dio mayor importancia y se levantó para ir al baño. En el espejo, vio cómo un oscuro hematoma se había formado alrededor de su ojo izquierdo.

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Pero luego notó una nota en el espejo, cubierta de corazones que parecían hechos con prisa, y parecía escrita con un lápiz delineador, por el grosor de los trazos. La nota decía:

"Amado esposo, anoche llegaste muy borracho e hiciste mucho escándalo. ¡Pero no te preocupes! El desayuno está en la mesa, yo me fui temprano a hacer compras para preparar tu comida favorita esta noche. Te amo."

La nota estaba firmada por su esposa, tanto de su puño y letra como con un provocativo beso en el papel. Enrique no entendía nada. Era la primera vez en su vida que llegaba borracho a casa y Jillian no se lo comía vivo con reproches. Y no sólo no se molestó, ¡parecía estar muy contenta!

Enrique no sabía qué pensar, pero se dijo a sí mismo el viejo refrán, "a caballo regalado, no se le mira el colmillo". Fue a la cocina y encontró un gran desayuno, café humeante y el periódico en su sección preferida abierto en la mesa. Su hijo desayunaba también tranquilamente.

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Enrique comenzó a desayunar, pero la curiosidad lo devoraba. Finalmente, preguntó a su hijo:

"¿Hijo, sabes qué pasó anoche?"

"Pues tú llegaste a la casa después de las 3 de la mañana y estabas súper borracho y loco. Te caíste encima de una mesa en el salón y la dañaste. Luego vomitaste en todo el piso y te chocaste con una puerta y por eso tienes ese ojo negro", respondió el chico.

El padre oyó con atención las palabras del chico, pero seguía igual de perplejo. Todo lo que el niño describía sonaba como una típica y vergonzosa borrachera, como tantas otras. No entendía la amorosa y comprensiva reacción de su mujer esta vez. Así que decidió indagar un poco más.

"¿Bueno, pero entonces por qué tu madre está de tan buen humor, y por que hay desayuno para mí en la mesa?"

El hijo se detuvo un momento a pensar, y tras breves instantes, respondió:

"Ajá, eso…Sí, porque cuando mi mamá te llevó al dormitorio y te trató de quitar los pantalonesgritaste ‘¡déjame en paz, soy un hombre casado!"

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