Ana, de 8 años, encuentra osito de peluche en la basura: ve un nombre y recuerda a niña de las noticias - Historia del día
Una niña encuentra un oso de peluche y se percata de que tiene una nota con el nombre de una pequeña que está desaparecida. Cuando sus padres se ponen en contacto con la policía, descubren algo impactante.
Ana era una niña de 8 años que vivía con sus padres, Marcos y Julia. Era hija única y ansiaba tener un hermanito, pero su madre no había podido tener más hijos.
Ella era muy diferente a los otros niños de su edad. En lugar de disfrutar de los dibujos animados, a Ana le encantaba ver las noticias. Quería convertirse en periodista algún día, por lo que se sentaba con sus padres a ver televisión y miraba las noticias atentamente.
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Una noche, caminaba a casa desde el parque del vecindario con sus amigos cuando vio un oso de peluche gigante junto al contenedor de basura. Se despidió de todos y se detuvo frente a él.
“¡Guao! ¡Eres enorme y esponjoso! ¿Por qué alguien te echaría, señor Osito?”, le preguntó al peluche mientras lo abrazaba para sacarlo del basurero. Lo sacudió tanto como pudo y se lo llevó a casa
Julia hizo una mueca cuando su hija llegó a casa, con la ropa sucia y embarrada y un osito mal oliente en sus brazos. “¡Ana, cariño!”, dijo en tono preocupado. “¿De dónde sacaste un oso tan sucio? ¡Mira cómo arruinaste tu ropa!”.
Ana frunció el ceño, con las manos en las caderas. “¡Parecía triste y solo, mami! ¿Puedes creer que alguien lo dejó cerca de los contenedores de basura? Eso no está bien... ¡No quiero que el señor Osito vuelva a estar triste! ¿Podemos quedárnoslo?”.
Julia suspiró y sacudió la cabeza. “Bueno... está bien, pero el señor Osito necesita un buen lavado, ¡y tú también necesitas un baño, niña traviesa! ¡Al baño, ahora! Y deja al señor Osito en la lavadora”.
“¡Está bien!”, dijo la niña y corrió hacia el cesto de la ropa sucia. Dejó al señor Osito encima de la pila de ropa y lo abrazó. “¡Mami te lavará, luego te mostraré mi habitación!”, le prometió. “¡Iré a darme una ducha rápida! ¡Adiós!”.
Como el cesto de la ropa estaba casi lleno, el señor Osito cayó al suelo y fue entonces cuando Ana notó algo. El peluche tenía una nota clavada debajo de la cinta alrededor de su cuello que decía: “A mi amor, Laura Hernández”.
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Ana volvió a leer la nota y recordó a la chica de las noticias de la mañana. Estaba segura de que ese era el nombre que habían dicho. Era una niña huérfana que había huido de la casa de su tía, y la policía la estaba buscando.
Ana corrió hacia su mamá y le mostró la nota. “¡Mami! ¡La recuerdo! ¡Estaba en las noticias esta mañana!”, dijo.
Julia verificó el nombre en línea y quedó sorprendida. Confirmó que la policía estaba buscando a una niña llamada Lucía Hernández.
Le contó todo a su esposo esa noche y, a la mañana siguiente, llamaron a los detectives y les informaron sobre el osito de peluche que Ana había encontrado. Los policías confirmaron que era de Lucía, ya que estaba en varias de las fotos en el archivo de su caso.
Cuando la noticia llegó a los medios, varias estaciones de televisión compartieron la información. Durante algunos días, no ocurrió nada, pero el cuarto día una niña pequeña se acercó a un detective en una estación de policía y le suplicó con ojos llorosos que le devolviera su osito.
“¿Pueden devolverme mi osito? Ese fue el último regalo de mamá para mí. ¡Por favor!”, le rogó la pequeña.
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Los policías de la estación intercambiaron miradas mientras escuchaban a la niña. Era Lucía Hernández, de 5 años. La llevaron a una oficina y le preguntaron por qué se había escapado de la casa de su tía.
Lucía les contó su trágica historia. Dijo que su tía, Morella, la odiaba y la maltrataba. Era ella quien había tirado su peluche porque a Lucía le encantaba. También dijo que no la dejaba jugar con su hija, le había cortado el cabello largo y hermoso, la obligaba a fregar los pisos del baño y apenas la alimentaba.
“No quiero quedarme con ella. ¡Es mala! ¡Por favor, no me envíes allí!”, le suplicó a los policías. Ellos la consolaron y le aseguraron que estaría bien. Sabían exactamente como proceder.
Más tarde ese día, cuando un representante de Servicios Infantiles apareció en la puerta de Morella, ella fingió ser el ángel que claramente no era. “¡Esto debe haber algún tipo de malentendido! ¡Lucía es como mi propia hija para mí! ¡Ustedes no imaginan cuánto la quiero!”.
Pero no pasó mucho tiempo antes de que la máscara falsa de Morella se cayera, ya que su hija testificó en su contra. “¡Deja de fingir, mami! ¡Tú no quieres a Lucía! Siempre la tratas mal…”.
Se volvió hacia los policías y dijo: “Mami nunca me dejaba jugar con Lucía, y ella siempre estaba sola y triste. ¡Seguro que por eso se escapó!”.
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Cuando se probaron las acusaciones en su contra, se le pidió a Morella que pagara una multa y enfrentara cargos por maltratar a su sobrina. Mientras tanto, Ana insistió a sus padres que hicieran algo por la niña.
“¡No me importa si tengo una hermana o un hermano, mami!”, le dijo Ana a sus padres. Quería que ellos adoptaran a Lucía. “Seré una buena hermana mayor. Y podemos jugar juntas con el señor Osito si ella se queda con nosotros…”.
Después de pensarlo mucho, Marcos y Julia acordaron adoptar a Lucía. La pequeña no solo recuperó su osito, sino también una familia amorosa.
Una noche, después de que Julia acostara a las niñas en sus camas, Lucía le preguntó a Ana si estaba despierta. “Quiero decirte algo”, susurró.
Ana abrió los ojos inmediatamente. “¿Estás bien?”, preguntó asustada.
Lucía asintió, “Solo quiero decirte que me gusta mucho el nombre de señor Osito. No le había dado un nombre antes. Gracias por salvarme a mí y al señor Osito también…”.
Ana le dedicó la sonrisa más grande y dijo: “¡Soy tu hermana mayor! De ahora en adelante, te cuidaré. Puedes acudir a mí cuando tengas problemas, ¿Está bien?”.
En respuesta, Lucía asintió y le devolvió la sonrisa.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- A veces nuestros sueños se cumplen de formas inesperadas. Ana había deseado tener un hermano menor, pero el destino quiso que en su lugar fuera bendecida con una hermanita y un hermoso oso de peluche, y estaba encantada con eso.
- Todavía existe bondad en el mundo. Marcos y Julia fueron personas amables que rescataron a Lucía de su horrible situación y la recibieron en su amorosa familia.
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