Durante 11 años, el perro leal montó guardia en la tumba de su dueño
Nadie supo como halló la tumba, pero desde que escapó de la casa tras el funeral esta mascota custodió la sepultura de su amo hasta el día de su propia muerte.
Cuando Miguel Guzmán falleció en 2007, su perro Capitán no fue llevado al sepelio.
Pero el fiel compañero huyó de la casa y días después lo hallaron en el cementerio, donde estuvo por más de 10 años cuidando la tumba de su dueño.
Su hijo Damián Guzmán contó a Historias Gurú que Capitán nunca había estado en el camposanto, pues la familia no reside cerca, por lo que es un misterio la forma como consiguió localizar el sitio donde yacen los restos de Miguel.
Damián afirmó que cuando el animal escapó por primera vez el lo persiguió y lo devolvió a casa, pero Capitán huyó de nuevo.
Luego fue descubierto echado a la vera del sepulcro de su amo, de donde por más de 10 años solo se separó a ratos y aunque a veces visitaba la casa de los Guzmán, siempre regresaba a dormir al cementerio.
“Volvimos el domingo próximo y estaba allá de nuevo. Esta vez nos persiguió a casa y pasó un tanto de tiempo con nosotros, pero entonces retornó al camposanto antes que empezara a oscurecer”, contó Damián.
“Creo que va a estar allá hasta el momento en que muera él mismo. Él cuida a mi papá”, agregó.
Los vecinos y el personal del camposanto alimentaban al afligido perro, para que pudiera continuar allá cada noche.
En el siguiente video puedes conocer más de esta conmovedora historia:
Fue así como el pequeño peludo guardó vigilia en la última morada de su amo por el resto de su vida.
Hace algunos días, Capitán también halló la paz eterna junto al nicho de Miguel Guzmán, a la edad de 15 años.
“Apareció acá un día, solo, y empezó a merodear por el camposanto hasta el momento en que por último encontró el sepulcro de su profesor”, recordó el directivo del cementerio, Héctor Baccega.
“A lo largo del día, en ocasiones paseaba por el camposanto, mas siempre y en todo momento se iba para la fosa", agregó.
“Y eso era todos y cada uno de los días, a las 6 en punto, que se acostaba sobre la tumba para quedarse ahí toda la noche”.