Policía responde la llamada de un niño llorando que dice que su madre se ha ido - Historia del día
Un operador de policía atendió una llamada de un niño que lloraba porque su madre se había ido al cielo. Su respuesta ayudó mucho al pequeño a sentirse mejor.
"Samuel Isaías, ven aquí", dijo el padre de Sammy un día. El niño acudió con aprensión, no porque tuviera miedo de su papá, sino porque veía el tono serio y triste y temía que algo no andaba bien.
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Sammy siempre había sido un niño de gran empatía, y podía sentir la angustia de su papá. Además, su padre jamás usaba su nombre completo si no había algún problema, y él sabía que no había hecho ninguna travesura esta vez.
"Sí, papá", dijo el niño.
"Escucha, hijo. Tengo algo que... Necesito decirte algo, pero preciso que me prometas que mantendrás la calma", dijo su padre.
Tenso, el niño prometió. Su padre lo hizo sentarse a su lado.
"Mira, mamá no volverá a casa".
Sammy estaba atónito. Su mamá se había ido en una ambulancia de madrugada porque se había olvidado de cómo respirar bien, pero le había prometido que volvería.
"¿Por qué?".
"Porque se fue al cielo, mi amor", dijo su papá.
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Para Sammy, que tenía 6 años y había visto los murales sobre el cielo en la escuelita dominical, irse al Reino de los Cielos era simplemente un viaje. Así que asintió, y preguntó:
"¿Y cuándo volverá de allí?".
Su padre estalló en llanto y lo abrazó, en silencio.
Sammy siguió esperando varios días que su mamá volviera. A la semana, se empezó a preocupar de que ella no volviera ni lo llamara.
No quería preguntarle a su padre, porque cada vez que lo hacía el hombre terminaba llorando. Así que un fin de semana decidió hacer algo por su cuenta.
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Supuso que algo podía haberle pasado a su madre, y que podía tener algún problema para volver. Así que hizo lo que le habían enseñado en la escuela que tenía que hacer ante una emergencia: llamó a la policía.
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"Este es el 911, ¿en qué puedo ayudarlo?", preguntó el despachador, Alfonso Núñez, con voz sensata.
"¿Hola, 911? Soy Samuel y llamo por mi madre".
"¿Por qué?", preguntó el hombre. "¿Qué le pasa?".
"Bueno, ella no ha venido a casa en días y mi papá y yo estamos preocupados", respondió Sam. "Él dice que se fue al cielo, pero me temo que se perdió en el camino".
El despachador inicialmente pensó que la llamada era una broma y habría colgado si no hubiera escuchado el tono de desesperación en la voz del niño.
"¿Cuántos años tienes?", preguntó.
"Tengo seis años, señor, ¿puede ayudarme a encontrar a mi mamá? Me preocupa mucho que no pueda encontrar su camino", dijo Sam.
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Alfonso Núñez escuchó el relato de cómo la mamá se había ido en ambulancia y el papá lloraba cada vez que le preguntaba cuándo volvería del cielo. Pensó bien su respuesta antes de darla. Sabía que sería cruel enfrentar al chico a la verdad, pero tampoco podía colgar sin ser útil de alguna manera.
"Mira, si quieres que encuentre el camino de vuelta, ¿por qué no le escribes cada mes una carta y se la mandas con un globo rojo? Cuando lo vea, sabrá que la extrañas y seguirá el camino de los globos", sugirió Alfonso.
Tras cortar, el niño sintió un renovado entusiasmo: tenía una solución. Puso manos a la obra y le escribió a su mamá para contarle cómo estaba la casa sin ella. Esperaba que la haría volver, porque todo estaba un poco desordenado, y ella odiaba el desorden.
Esperó la respuesta, pero no llegó. Así que escribió otra carta al mes siguiente, esta vez describiendo la tristeza de su papá. Pero no hubo respuesta, aunque sus globos siempre subían hasta el cielo.
Cuando no obtuvo respuesta, Sammy volvió a llamar al 911, y quiso el destino que Alfonso volviera a atenderlo. Otra vez lo calmó, y le dijo que siguiera con las cartas.
Tras esto, el hombre decidió intervenir y pedir un favor a otros oficiales. También buscó a la familia de Sammy y conversó con su padre y su maestra.
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Días más tarde, varias motocicletas de policía se detuvo frente a la casa de Sammy. Los oficiales llevaban varios globos para regalarle al niño.
Más animado, Sammy volvió a escribirle a su mamá. Esta vez recibió una respuesta en la que le decía cuánto lo quería. En realidad, era su padre quien escribía las cartas: decidió seguir haciéndolo hasta que su hijo fuera capaz de aceptar el fallecimiento de su esposa.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La empatía es importante. Alfonso podría haber sido duro con el niño y decirle que no molestara y que su madre estaba muerta. Pero decidió poner lo mejor de sí para ayudarlo a sentirse mejor.
- Los niños a menudo ven más de lo que dicen. Sammy sabía que algo estaba mal desde que vio la actitud de su papá. No entendía lo que pasaba, pero notaba que su padre estaba muy conmovido. Por eso decidió llamar al 911.
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