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Mujer mayor usando una tableta | Foto: Shutterstock
Mujer mayor usando una tableta | Foto: Shutterstock

Estudiantes se burlan de mujer de 64 inscrita en la universidad: se enteran de que está cumpliendo su sueño tras criar a 12 niños - Historia del día

Georgimar Coronil
18 nov 2022
14:30

El sueño de toda la vida de Linda fue completar su formación académica, pero la vida se interpuso en su camino. Cuando por fin se arriesgó, no esperaba hallar los retos que casi la llevan a abandonar su objetivo. ¿Dejarían de burlarse de ella sus compañeros de clase?

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Linda tenía 64 años y un sueño: quería ser profesora de niños desfavorecidos, como lo fue su madre.

Desde que era pequeña, Linda había visto a su mamá arreglarse para ir a la escuela. Había visto a la mujer enseñar con entusiasmo, pasar noches en vela corrigiendo exámenes, leyendo investigaciones y planificando lecciones de forma creativa para sus alumnos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

"¡Linda! Para ser una buena profesora, tienes que ser una buena estudiante", le decía su madre.

Lamentablemente, poco después de la muerte de sus padres, la vida de Linda se vio llena de cambios. Tuvo que dejar sus estudios para valerse por sí misma.

Al principio, pensó que estudiaría luego de casarse con Carlos. Más tarde dijo que volvería a hacerlo cuando su primer hijo fuera un poco mayor. Pero entonces llegó otro hijo y otro, y otro.

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Los años pasaron volando, y justo cuando todos sus hijos se habían marchado y Linda podría considerar volver a la universidad, nació su primer nieto. Y luego otro, y otro.

A los 64 años, Linda era viuda y había ayudado a criar a 5 hijos y 7 nietos. Lo dio todo, estuvo junto a ellos en las buenas y en las malas. Linda no cambiaría ni un segundo de esos preciosos años de unión por nada.

Pero en su cumpleaños número 64, Linda se dio cuenta de que no había ningún obstáculo en su camino para cumplir sus sueños.

Los chicos ya eran mayores y aunque a menudo seguía cuidando de Tina y Juan, los más pequeños de sus nietos, tenía más tiempo libre que nunca en su vida.

Fue entonces cuando sus hijos le hicieron un regalo perfectamente oportuno.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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"¡Has hecho tanto por nosotros, mamá! Ahora te toca cumplir el sueño de toda tu vida". Al decir esto, los hijos y nietos de Linda le entregaron la carta de admisión a una prestigiosa universidad no muy lejos de donde vivía.

La habían inscrito en un curso a tiempo completo para que por fin pudiera completar su carrera.

Estaba tan emocionada como una niña pequeña por ir a la universidad, con una mochila y una fiambrera. Se sentó erguida en el primer banco, dispuesta a asimilar todos los conocimientos que le llegarían.

Pero su entusiasmo duró poco al encontrarse cara a cara con su mayor adversario: la computadora.

"¡Oh, qué voy a hacer con estos dedos de salchicha!", suspiró, luchando por teclear y utilizar el ratón.

Mientras Linda, la alumna de más edad de la clase, se esforzaba, los chicos y chicas más jóvenes se lo pasaban en grande riéndose de su miseria.

"¡La abuela quiere codificar cuando debería estar horneando galletas!", se rio uno de los compañeros, chocando las manos por el comentario.

"¡Necesita un nuevo pasatiempo! Que alguien le regale hilo y agujas de tejer. Quizá también un gato", dijo otra voz, y esta vez toda la clase rugió de risa.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Linda llevaba meses soportando estas burlas. Y eso empezaba a quebrantar su espíritu.

Cuando escuchó a algunas chicas en el baño refiriéndose a ella como "¡Linda la que llegó demasiado tarde!", y hablando de cómo hacía las preguntas más tontas en clase, no pudo soportarlo más.

Las chicas se sorprendieron al escuchar sonidos de llanto procedentes del interior de uno de los cubículos y se pusieron rojas de vergüenza cuando vieron salir a Linda.

"Lo estoy intentando, chicas, lo estoy intentando de verdad… pensé que después de todos estos años por fin podría… ¡pero a quién quiero engañar! No puedo esperar seguir el ritmo de ustedes, tan jóvenes. Tienen toda la vida por delante, y yo… bueno, ¡puedo esperar hasta que llegue el momento de partir!".

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Las chicas se quedaron con los ojos llorosos y sin palabras al ver a Linda marcharse.

Ese fue el momento en que las cosas empezaron a cambiar para ella.

Al día siguiente, Linda se preguntó por qué la clase se quedaba en silencio cuando ella entraba al aula en lugar de los habituales gritos y burlas. Para su sorpresa, todos los chicos se reunieron a su alrededor y se disculparon con ella uno por uno, queriendo escuchar su historia.

Cuando los alumnos se enteraron de que Linda sacaba tiempo para estudiar a pesar de tener varias tareas en casa y cuidar de sus nietos, idearon un plan para ella.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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Resultó que los jóvenes habían ideado un horario perfecto para Linda, que le permitiría estudiar mejor y aprender más rápido.

Dos de los alumnos se encargarían de enseñarle a usar la computadora, otro se haría cargo de limpiar su casa y lavar la ropa, mientras que alguien más se encargaría de regar el jardín.

Lo más sorprendente de todo es que los chicos habían acordado turnarse para cuidar a Tina y a Juan cada vez que vinieran. Todo ello permitiría a Linda por fin tener tiempo y libertad para centrarse en sus estudios.

Fue una oferta increíblemente amable que hizo llorar a Linda. Los chicos siguieron ayudándola religiosamente durante todo el año, hasta los exámenes finales.

Cuando terminaron el último año, todos los alumnos se alinearon frente a la casa de Linda, sosteniendo carteles alegres y lanzando confeti sobre ella, diciéndole que había cumplido su sueño.

Aunque estaba increíblemente feliz, mientras sus compañeros y su familia la aclamaban, derramó una pequeña lágrima de arrepentimiento.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Siempre quise ser profesora, pero no creo que pueda seguir trabajando. Soy tan mayor, y mi cuerpo está agotado…", suspiró Linda.

"Puede que no te des cuenta", dijo uno de los alumnos, "pero te convertiste en profesora. Nos has enseñado muchas cosas en los últimos meses. Cosas que no se encuentran en los libros de texto".

"¡Eso es! Nos enseñaste a perseguir nuestros sueños pase lo que pase", añadió una de las chicas.

"¡Sí, y cómo ser buen estudiante!", la animó otra alumna.

"¡Y a cuidar un jardín!", dijo otro.

"¡Y nos enseñaste a Juan y a mí a dibujar y a cantar!", Tina, la más joven de los nietos de Linda, la abrazó y la hizo sonreír.

"Mamá, espero haberte hecho sentir orgullosa", dijo Linda al cielo, rompiendo a llorar de alegría.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Que no hay que renunciar a los sueños: Linda era la alumna de más edad de su clase, y se enfrentó a retos que la llevaron al límite, pero no renunció al sueño de su vida.
  • El aprendizaje no tiene nada que ver con la edad: Linda tenía 64 años y, sin embargo, continuó con su educación, estudió mucho y se graduó.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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