9 de septiembre: Día de San Pedro Claver, el esclavo de los negros

Pedro Claver fue un misionero jesuita español que desempeñó una extensa labor evangelizadora en Cartagena de Indias, bautizando y adoctrinando a los esclavos que llegaban de África.

Canonizado en 1888 por la iglesia y patrón de Colombia, es llamado, tal y como él mismo se definió, “el esclavo de los negros”.

Una vez que puso de manifiesto su vocación religiosa, recibió la orden eclesiástica de manos del obispo de Vic en la parroquia de su localidad natal, Verdú.

El 7 de agosto de 1602 entró en el noviciado de Tarragona y tras hacer los votos, fue enviado a Gerona para ampliar sus estudios de humanidades.

Pedro viajó hasta Tarragona para unirse a otros religiosos y seguir hacia Valencia y Sevilla, donde otros jesuitas se sumaron al grupo.

Junto a sus compañeros emprendió camino hacia Santa Fe de Bogotá, remontando el río Magdalena y tomando luego el camino de Honda.

Una vez que llegó a la capital neogranadina, se encontró con que no podía seguir sus estudios de teología, pues faltaban profesores.

Fue asignado al Colegio de la Compañía como coadjutor hasta 1612, cuando la llegada de nuevos religiosos le permitió proseguir dichos estudios.

En 1615, se ordenó subdiácono y en 1616 recibió el diaconado y la ordenación sacerdotal.

San Pedro Claver fue enviado a ayudar al padre Sandoval, que tenía a su cargo la catequización de los negros.

El 3 de abril de 1622, hizo su profesión. Al pie de la fórmula de los votos consignó de su puño y letra “Pedro Claver, esclavo de los negros para siempre”.

Ejerció su apostolado con total dedicación, siguiendo el método empleado por el padre Sandoval.

Cuando el gobernador anunciaba la llegada de un barco, trataba de averiguar de qué región procedía su “carga”, con el objeto de buscar los intérpretes adecuados para hablar con los esclavos.

En muchas ocasiones, los propietarios de esclavos se negaban a suministrarle intérpretes o ponían muchos obstáculos.

Por este motivo, el Colegio de Cartagena terminó comprando un grupo de esclavos-intérpretes oriundos de diversas regiones de África para que ayudaran a Claver.

El religioso se trasladaba con ellos al buque, al que llevaba regalos como naranjas, limones, tabaco, pan o aguardiente.

Bajaba a las bodegas y decía a los esclavos que estaba allí para cuidar de que los blancos los trataran bien.

También les aseguraba que no iban a matarlos, como a menudo creían, y les alentaba a abrazar la fe cristiana, para lo que debían instruirse.

Cuando ya estaban bien instruidos procedía a bautizarlos, y luego les entregaba unas medallas de plomo que tenían impresos los nombres de Jesús y María.

El padre Claver velaba también de los negros que vivían usualmente en Cartagena y hasta de los de la provincia, a los que dedicaba una misión anual por Pascua.

Se preocupaba por los enfermos, lisiados e indigentes, a los que hacía objeto de sus desvelos.

Todos los días visitaba los hospitales de San Sebastián y San Lázaro, donde consolaba y curaba a los internados.

Vivió con extrema austeridad, durmiendo en una esterilla y comiendo frugalmente, y dedicado a sus rezos en los ratos libres.

En 1651 Cartagena fue azotada por una epidemia, por lo que Claver contrajo la enfermedad y le quedó como secuela una parálisis progresiva.

Sin embargo, esto no fue obstáculo para que continuase visitando a los leprosos de San Lázaro, adonde se hacía conducir en mula, e incluso a los pocos esclavos que llegaban.

El 6 de septiembre de 1654 enfermó de gravedad y al día siguiente le dieron la extremaunción. Tras su muerte, numerosos fieles fueron a visitarlo.

Tuvo solemnes honras fúnebres y fue enterrado en la capilla del Santo Cristo, en la iglesia de la Compañía.

El proceso de su beatificación empezó en 1658 y en 1747, declarado Venerable por Benedicto XIV. Finalmente fue beatificado en 1851 por Pío IX, y canonizado en 1888 por León XIII.