Mujer ve a una niña cruzando la autopista sola: "Estoy buscando a mis padres", dice - Historia del día
De camino a casa, una mujer se encontró con una niña que estaba buscando a sus padres. Cuando le preguntó a la pequeña dónde vivía, esta negó con la cabeza y dijo: “No sé”.
Eva Gómez trabajaba como desarrolladora de software. A menudo estaba ocupada con su trabajo y cuidando a su esposo e hijos. Por eso casi no tenía tiempo para sí misma. También llevaba tiempo sin ver a su madre.
Un día, decidió tomarse una semana libre del trabajo para visitarla. La visita resultó ser un soplo de aire fresco y un buen descanso de una vida diaria muy agitada.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Se fue de la casa de su madre sintiéndose feliz y rejuvenecida. Mientras Eva conducía por la autopista de camino a casa, sonó su teléfono, así que se detuvo para contestarlo. Era su esposo José llamándola.
“Sí, cariño”, respondió ella.
“¡Por favor, regresa ya, Eva! ¿Dónde estás? ¡Estos niños me van a matar! ¡Estoy harto de resolver sus peleas!”.
Eva se rio. “Estaré en casa en 20 minutos si no me encuentro con ningún tráfico desagradable. Solo un poco más de tiempo, cariño”.
“¡Gracias a Dios! Además, vamos a pedir pizza esta noche. ¿Quieres que pida algo especial?”.
“¡No, gracias, cariño!”.
“Está bien entonces. Nos vemos, nena. Vuelve pronto. Te extraño”.
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“También te extraño. Nos vemos”, respondió Eva y colgó. Miró por el retrovisor, se alisó el pelo y se pintó los labios, sonriente y ansiosa por llegar a casa. Sin embargo, justo cuando agarró el volante de nuevo, su atención se centró en una niña que cruzaba la autopista sola.
Los vehículos iban a gran velocidad y la mujer temía por la pequeña. Rápidamente, se desabrochó el cinturón de seguridad y se bajó. “¡Espera un minuto! ¡No te muevas!”, gritó mientras corría hacia la niña.
Llevó a la niña a un lado y se arrodilló para mirarla a los ojos. “¿Puedo ayudarte en algo, cariño? ¿Qué haces aquí sola? ¡Puede ser peligroso cruzar la carretera así!”.
La niña, que no podía tener más de 5 años, sonrió y asintió. "Estoy buscando a mis padres", dijo.
“¿Sola? Eres muy pequeña para eso, cariño”, dijo Eva. “¿Cómo te llamas? ¿Y dónde vives?”.
“Soy María”, respondió ella, “pero...”, la mujer notó que la sonrisa de la pequeña se desvanecía y parecía confundida. “No sé la dirección”.
“Dios, ¿cómo voy a encontrar a sus padres ahora?”, se preguntó Eva. “¿Y por qué está sola? ¡Ningún padre dejaría a su hijo solo en medio de la carretera!”.
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Así que la mujer decidió llevar a la niña a la estación de policía más cercana y pedir ayuda.
“Escucha, María, si vienes conmigo puedo ayudarte. Podemos encontrar a tus padres. ¿De acuerdo?”, ofreció ella, extendiendo su mano para que la niña la tomara.
La pequeña agarró su mano con sus deditos. “Gracias por ayudarme”.
“¡No te preocupes, vamos!”.
Eva llevó a María a su auto e introdujo la ubicación de la estación de policía más cercana en el GPS. Afortunadamente, estarían allí en breve, ya que solo se trataba de un viaje de 10 minutos.
Después de sentar a la niña en el vehículo de manera segura, la mujer comenzó a conducir hacia la ciudad. Pero solo un par de minutos después, María gritó. “¡SÍII! ¡Encontramos a mamá y a papá! ¡Los extrañé!”.
Eva pisó los frenos y detuvo el auto, pero no veía a nadie alrededor. Se habían detenido frente a un cementerio. Ella se sorprendió cuando la pequeña saltó y se apresuró a entrar en el lugar.
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“¡María, espérame!”, gritó la mujer mientras bajaba del auto y seguía a la niña hasta que se detuvo junto a una tumba. “Este es papá y aquí está mamá”, dijo. “Hola, mami y papi. ¿Cómo están? Solo quería decirles que Jacobo y yo los extrañamos y los amamos”.
Eva miró las dos lápidas adyacentes que tenían los nombres de Ricardo y Cindy Bracho. “¿Tus padres se llaman Ricardo y Cindy?”, preguntó la mujer, y la niña asintió.
En ese momento, Eva escuchó una voz que decía: “¡María! ¡Gracias a Dios que estás aquí! ¡Estaba muy preocupado!”.
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La mujer se dio la vuelta y vio a un adolescente corriendo hacia la niña y abrazándola. “¡Te he advertido innumerables veces que no salgas sola de la casa! ¿Qué haría si te pasa algo malo? ¡No lo hagas nunca más!”.
“Lo siento, pero, ¿quién eres?”, preguntó Eva.
“Soy el hermano mayor de María, Jacobo”.
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La mujer le contó al chico cómo se había encontrado a María mientras cruzaba la carretera. “¿Qué pasó con tus padres?”, preguntó ella.
“Hace un mes, nuestros padres murieron en un accidente automovilístico. María y yo vivimos en una casita construida por mi padre en el bosque cerca de la carretera”.
“Ella echaba de menos a nuestros padres e insistió en que la trajera aquí, pero le dije que la llevaría más tarde. Soy la única persona que tiene. Supongo que se escapó cuando estaba ocupado cortando leña”.
“Lo siento, Jacobo. Pero, ¿puedo pasar un rato con mamá y papá? ¡¡¡Por favor!!!”, insistió la niña.
“Está bien, ¡pero solo por un rato!”, respondió el joven, y la pequeña dio un saltito de alegría.
Mientras tanto, Jacobo agradeció a Eva. “Agradezco que la haya traído aquí a salvo. Nunca antes se había ido de casa sola de esta manera. Ha sido difícil cuidarla después de que mamá y papá nos dejaran. De todos modos, tendré más cuidado a partir de ahora...”.
“¿Así que ustedes dos viven solos?”, preguntó Eva.
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Jacobo sonrió un poco. “Bueno, sí. Puede que no lo parezca, pero tengo 19 años y soy el tutor legal de María”.
A pesar de que la mujer llegaría tarde a casa ese día, algo en su corazón le decía que no dejara solos al chico y a su hermanita en el cementerio.
Decidió pasar tiempo con ellos allí y llevarlos a su vivienda de manera segura. Le envió un mensaje de texto a José para decirle que llegaría un poco tarde.
Después de dejar a los niños esa noche en su casa, Eva se apresuró a su hogar para abrazar a sus hijos con fuerza. “¡Los extrañé mucho! ¡Estoy muy feliz de que estemos todos juntos!”, dijo, recordando lo poco que María añoraba a sus padres.
Durante la cena, la mujer les contó la historia de la niña y toda la familia decidió pasar el siguiente fin de semana con la pequeña y con Jacobo.
Ese domingo, Eva preparó algunos sándwiches, jugos, frutas y galletas saladas y realizó una visita sorpresa a María y a su hermano mayor. Hicieron un pequeño pícnic juntos.
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La niña y Jacobo estaban muy felices de conocer a la familia de la mujer y pasar tiempo con ellos. ¡María estaba especialmente encantada de conocer a sus hijos! Desde entonces, Eva ha estado visitando a los chicos con regularidad, y sus hijos se han hecho sus amigos cercanos.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Si ves a un niño pequeño solo, ayúdalo siempre. Eva llegó tarde a casa, pero cuando vio que María cruzaba la carretera sola, priorizó la seguridad de la niña y se detuvo para ayudarla.
- Las personas a cargo de los niños pequeños deben tener mucho cuidado. Jacobo debería haber sido muy cuidadoso y vigilar de cerca a su hermana. Afortunadamente, se encontró con Eva, quien la ayudó. De lo contrario, María podría haberse metido en problemas.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.